Red Ogre Belgriff – Capitulo 0.1

-Hace 17 años-

Ocasionalmente, la ahora perdida pierna empezaría a doler otra vez. Son los síntomas conocidos como dolor fantasma. Un dolor ardiente que quedó del momento en que fue devorada por esa bestia mágica negra. Incluso cuando ya han pasado casi ocho años, seguiría siendo insoportablemente doloroso algunas veces. Belgriff despertó una vez más antes de que el sol saliera. La pierna no existente se sentía como si estuviera ardiendo.

Presionando los músculos del pedazo de pierna que todavía le quedaba. Belgriff se mantuvo en esa posición cubierto en un sudor grasoso por varios minutos, soportando el dolor. Sin embargo, la persona en cuestión sintió como si finalmente se calmara después de largas horas.

«Mierda…»

Suspirando, empezó a levantarse, ya no se sentía cansado.

A través de la ventana, el cielo empezaba a iluminarse poco a poco. Sin embargo, mientras las estrellas todavía brillaban allá arriba, a medida que todo se iba aclarando, de forma inversa, más oscuro se volvía el ambiente.

Cuidadosamente agarró la prótesis de pierna que estaba al lado de su cama, Belgriff se levantó. Luego de muchos años de práctica era capaz de caminar usándola sin ninguna dificultad. Después de un largo periodo de rehabilitación, incluso pelear usando una espada sería posible. Pero mentalmente parecía le demasiado pronto para regresar a ser un aventurero.

Fue alrededor de hace siete años que Belgriff había regresado a su hogar en el pueblo de Tornela. Ahora tenía 25 años.

Sus padres habían muerto cuando era muy joven, cuando cumplió los quince años decidió salir y hacerse un nombre por su cuenta para regresar como un héroe. Por ese propósito el había partido hacia la ciudad capital, Orphen. Sin embargo, un poco más de dos años después de volverse un aventurero su pierna derecha fue devorada por una bestia mágica.

El aun trató de realizar trabajos como reunir hierbas medicinales mientras su rehabilitación progresaba, pero eventualmente se dio por vencido y decidió dejar todo atrás, regresando a su pueblo natal.

Belgriff caminó hacia afuera. El frio y limpio aire purificaba sus pulmones.

El canto de los gallos podía escucharse por todo el lugar, los agricultores que madrugaban ya se estaban preparado para empezar a trabajar. Los alrededores lentamente se volvían más brillantes. Sonriendo, Kerry levantaba su mano.

«Hey, Bell. Buenos días!»

Aunque a Belgriff le molestaba un poco ese apodo que sonaba un poco femenino, ya se había rendido en intentar cambiarlo.

«Buenas, Kerry. Se nota que trabajas duro»

«Si, ya que voy a plantar las cebollas ahora. Te importaría ayudarme con esto?»

«Aunque me encantaría ayudarte ahora, Estaría bien mañana? Ya le prometí a la abuela Kaiyah que iba a reunir algunas hierbas medicinales para ella el día de hoy»

«Está bien, seria grandioso tener tu ayuda aquí. Pero aun así, siempre estas realmente ocupado. No necesitas forzarte demasiado»

«Nah, esto no es nada por lo que preocuparse, si todavía te queda algún trabajo que necesite hacerse mañana, llámame»

«Hahaha, estaré contando contigo entonces, nos vemos»

«Hasta luego»

Kerry continuó su camino hacia los campos.

Cuando Belgriff había regresado al pueblo, al principio se había vuelto el hazmerreír de todos, pero ahora es alguien de confianza para todos en la villa. Desde su retorno, el habría tomado la iniciativa y realizaría trabajos que nadie más quería hacer, usando el conocimiento que había acumulado como aventurero para recolectar hierbas y exterminar las bestias mágicas que aparecían. El seria de ayuda en el trabajo de los campos y a menudo salía a cazar para conseguir carne para los demás. Ahora todos en el pueblo confiaban completamente en él.

Una vez que Belgriff habría confirmado que no había señales de bestias mágicas mientras patrullaba alrededor del pueblo como su paseo matutino, regresó a casa, practicó con la espada, desayunó, preparó su almuerzo y se dirigió a las montañas.

«Cierto, es otoño…»

El sol salió, haciendo que el cielo se sintiera aún más distante y azul. Las hojas de los arboles estaban gradualmente pintadas de rojo y amarillo, la atmosfera se hacía sentir como si el calor del verano de hace un mes nunca hubiera sucedido.

Mirando alrededor, Belgriff paseaba por las cercanías buscando los frutos de las vides que se aferraban a los árboles, acumulando cada vez más hierbas en su cesta.

«Hierbas de Almea, frutas de Tor, plantas de otoño… Hm, las uvas de las montañas ya están creciendo»

Belgriff tomó una uva y la puso en su boca. Un sabor dulce y amargo salió de ella.

«Deliciosa. A los niños probablemente les guste»

Aunque no le habían pedido que lo hiciera, Belgriff reunió las uvas y frutas de Akebi junto con las hierbas en su cesta.

Atravesar la montaña era un trabajo peligroso. Por supuesto era una posibilidad que aparecieran bestias mágicas, pero aun los animales salvajes normales eran amenaza suficiente para los humanos. Aunque los leñadores trabajan en el bosque cercano al pueblo, todos los aldeanos lo pensarían dos veces antes de entrar al área montañosa en lo profundo del bosque.

Sin embargo, Belgriff, que era un antiguo aventurero, era capaz de luchar contra bestias tanto mágicas como normales. Aun sin estar en su óptima condición debido a la pérdida de su pierna derecha, no se quedaría atrás ante el tipo de bestias mágicas que aparecían en la zona.

Habiendo reunido una gran cantidad de hierbas en la mañana, Belgriff se sentó en un sitio que estaba iluminado por el sol y sacó su almuerzo.

Aunque no era más que un sándwich de queso de cabra entre dos panes duros, junto con las uvas de la montaña y los frutos de Akebi que había reunido, logró convertirlo en algo delicioso.

«Grandioso, a este paso seré capaz de ayudar a Kerry por la tarde»

Habiendo encontrado suficientes hierbas más rápido de lo esperado, sería capaz de regresar antes del atardecer.

A medida que se estiraba y se levantaba, de repente, un débil sonido de algo llorando podía escucharse, Belgriff inmediatamente movió su mano hacia la espada que estaba atada en su cintura, entrecerró sus ojos e inspeccionó el área. No había signos de bestias mágicas. Sin embargo, cuando se concentraba, definitivamente podía escuchar el sonido de algo llorando.

Como si se tratase de un bebe.

«… ¿En el medio de las montañas?»

Existían bestias mágicas que hacían el sonido de bebes humanos. Específicamente, una criatura conocida como Pixie. Aunque no eran buenos en combate, eran seres malvados capaces de imitar el sonido del llanto de un bebe o usar magia para confundir el sentido de orientación de las personas.

Belgriff nunca se había encontrado a ninguno en esas montañas, a pesar de eso, el decidió que no haría ningún daño ser cuidadoso. Dejando su mano en el mango de su espada, lentamente se dirigió en la dirección de esa voz.

“Qué…?»

Después de hacerse camino a través de la espesura y observar lo que allí se encontraba, Belgriff dejó salir una voz con un tono entre sorpresa y perplejidad. Después de todo, lo que estaba ahí no era un Pixie, era un bebe humano real.

Estaba acostado en una cesta tejida con vides de glicina. Ya sea debido al hambre o por alguna otra razón, él bebe lloraba fuertemente. Se sentía casi como un milagro que no haya sido encontrado por una bestia mágica primero.

Belgriff se acercó al infante y lo observó por un largo tiempo.

Tenía el pelo negro.

Cuando lo levantó en el aire, él bebe dejó de llorar y lo miro de vuelta con sus grandes ojos oscuros.

Belgriff frunció el ceño.

El no había escuchado de ningún nacimiento o de alguien a punto de dar a luz en el pueblo de Tornela. Es un lugar pequeño, si sucedía cualquier cosa referente a ese asunto entonces Belgriff habría escuchado de ello.

Debe venir de una aldea del otro lado de las montañas, fue la conclusión de Belgriff.

«Ahora, que voy a hacer…?»

El dudó ligeramente, pero al ver al bebe en brazos estar en silencio como si estuviera lleno de satisfacción, el sintió que no podía simplemente dejarlo ahí.

Belgriff gentilmente acarició la cabeza del bebe. Este empezó a quedarse dormido, ahora con un sentimiento de paz.

Que niño tan tranquilo.

Varios pedazos de tela seguían dentro de la cesta que estaba en el suelo, habían diferentes plantas puestas como amuletos para combatir la maldad que había alrededor. No daba la impresión de que haya sido abandonado de mala gana o por simple negligencia.

«…Supongo que no queda otra opción»

Junto con la cesta, Belgriff cargó al bebe a través la montaña.

Agradecimientos a mis patrones:
Steigende sonne

Traducido por: NonVoice – Patreon

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